Mas yo en tu misericordia he confiado, mi corazón se alegrara en tu salvación; cantaré a Jehová; porque me ha hecho bien (Salmos 13:5-6).
Gracias Señor por este día, gracias por tu amor para conmigo, te agradezco el haberme despertado esta mañana para tener un tiempo especial.
Esta mañana al solo despertar el Señor vino a mi pensamiento, tenía que levantarme a orar. La radio estaba encendido y una hermana desde el canal radial dijo: “Hermanos uno tiene que levantarse de mañana a darle gracias al Señor, no espere orar hasta el mediodía o esperar hasta la noche, sin haberse acordado que al despertar el Señor le dio la vida. Hay que levantarse de mañana para darle lo mejor al Señor”. Yo estoy agradecida porque me da la vida y aun cuando muera mi alma y cuerpo le pertenecen al Señor.
En el contexto del Salmo 13 encontramos una persona afligida que se dirige al Señor con mucho dolor y le pregunta ¿Hasta cuándo? ¿Me olvidaras para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mi? ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, con tristezas en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mi? Dice que cada día en su corazón está con tristeza y le pide a Dios que le responda. Muchas veces nosotros hemos pasado por el camino de la aflicción, en oración hemos pedido respuesta, hemos clamado por lo que queremos recibir, el corazón duele, muchas veces vemos como se impone la injusticia.
Independientemente de cómo se den los acontecimientos, hagamos lo mejor de nosotros, confiemos siempre, no desmayemos, así nos motiva el apóstol Pablo. Ante el sufrimiento, no durará por siempre, el Señor traerá tiempos de paz y regocijo. El Señor responderá en su tiempo, el Señor no nos ha olvidado, téngalo por seguro. Tampoco esconde su rostro del nuestro, si lo hace es porque está considerando algo, quizás El está trabajando en la vida de otras personas, pero no nos ha dejado. En cuanto a los enemigos, usted no se preocupe, el Señor peleará por usted, aunque vea que la montaña se le viene encima, Dios cuidará de usted, porque es su protector, su salvador y mandará a sus ángeles a rescatarle. Siga declarando, en tus misericordias he confiado. Cante al Señor, adore a Dios, sírvale a Dios y no se queje, porque solo los valientes arrebatan el reino de los cielos. Los cobardes se quedarán fuera.
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