¿Qué estoy haciendo por la Obra?
Testificando acerca del arrepentimiento para con Dios Hechos 20:21
Al meditar en la Santa Palabra de Dios y leer el mensaje de hombres escogidos y usados por el Espíritu Santo para la diseminación del evangelio, cabe la pregunta ¿Y yo que he hecho? ¿En que he contribuido para el engrandecimiento del Reino de Dios?
El Apóstol Pablo fue una pieza importantísima en el evangelio, siempre sirvió de todo corazón, desde su llamamiento y en medio de las difíciles pruebas que tuvo que pasar a través su vida desde que a Cristo conoció, no desmayó y más bien exhortó a judíos y gentiles, a continuar adelante, y el mismo mensaje es para nosotros hoy. El apóstol sabía en quien había creído, sabía con certeza que había una carrera por terminar. En el versículo 24 del mismo capítulo declara: Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo….(Hch. 20:24 RV).
Es maravilloso tener convicciones acerca de lo que queremos en la vida. Pablo tenía certeza, entrega, perseverancia y fe para llegar hasta el final sin intimidarse, rindiendo hasta su propia vida. Declara en el V.23 que el Espíritu Santo por donde él iba pasando le daba testimonio que le esperaban prisiones y tribulaciones (Cap. 21: 4,11). Para este siervo de Dios era más importante lo que le esperaba delante de la presencia de Dios haciendo a un lado lo que pasaría con su cuerpo.
Una prueba no es fácil sobrellevarla, no la soportamos. La mente del ser humano solo acepta lo fácil y no lo difícil, por eso ante los compromisos del ministerio el creyente rehúye aceptarlos porque sabe que vienen pruebas, no aceptamos el sufrir, sino más bien una vida acomodada de domingo en la Iglesia pero sin compromisos.
De repente usted tiene un problema, pero en lugar de mantenerse firme y enfrentarlo, retrocede o cae sin poder levantarse porque no soporta la prueba. A lo mejor un día formó parte de algún ministerio en la Iglesia, cantaba, predicaba, era intercesor (a) de oración, evangelizaba, etc., pero cuando el enemigo vino a atacarle se rindió. Dese cuenta que El enemigo busca más a quienes servimos a Dios. Ya que los que hemos sido llamados tenemos promesas, no dada por manos de hombres sino por Dios, a éstos el enemigo quiere destruir.
Tomemos las promesas de Dios, aferrémonos a ellas con todas las fuerzas. I Co. 9:21-23 “Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. V.22. Me hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles… V.23. Y ESTO HAGO POR CAUSA DEL EVANGELIO… (Mayúsculas para sobresaltar el texto).
Amigo, amiga, hermanos, considere que está haciendo, confíe en el Señor y siga adelante, piense que debe ganar almas para Cristo para que no se pierdan. Piense si alguna vez sirvió pero lo ha dejado de hacer. Los dones son irreversibles. Si aun no sabe qué hacer o cómo hacer para servir en la obra de Dios, hable con El. Lea la Biblia y haga oración. La fe y la oración son dos herramientas útiles en nuestro camino. “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”. Hechos 20:24
Finalizo este devocional orando por Usted y por cada necesidad, orando por el arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo. Bendiciones.
