No temas porque yo estoy contigo

Esta página ha sido diseñada para transmitir mensajes cristianos. El que Cambio Mi Vida, nace con la idea de poder llegar a otras personas que como yo un dia creyeron que no habia esperanza. Solo puedo decir que el Señor me ha enseñado a depender de El, a confiar en El y me ha preparado para servir en el ministerio como consejera, maestra, amiga y procuro servir de la mejor manera. Estoy muy agradecida por su amor y su perdón, por lo que hizo por mi, cuando ya nada tenía sentido. Estoy segura que para el Señor nada es imposible, rompe limites y para El no existen fronteras. Jesús te ama y por eso declaro que su fidelidad es grande y su amor eterno. Bienvenido y bienvenida a este blog y espero que sea de mucha bendición para tu vida.

martes, 18 de octubre de 2011

Diario Devocional

-Señor, si quieres, puedes limpiarme. (Mateo 8:2)

La lepra es una enfermedad infecciosa, no transmisible cuando está debidamente tratada, en los pacientes no tratados si constituye una fuente de contagio. La lepra fue históricamente incurable, mutilante y vergonzosa, al punto en que entre otras medidas (1909) los pacientes con lepra fueron excluidos como medida esencial del no contagio. Se sabe que la lepra afecta la humanidad desde al menos el 600 a.C. (F: Wikipedia).
La lepra se presenta con aparición de manchas en un punto de la piel con preferencia en las extremidades, en los codos, rodillas y cara, las cuales toman una forma más o menos redondeada, lívida, vinosa o grisácea. Al cabo de algún tiempo, que pueden ser varios meses y aun años, estas manchas son remplazadas por elevaduras hemisféricas o aplastadas, del tamaño de un perdigón al de una avellana, de consistencia dura, rojizas, parduzcas, que pueden resolverse dejando una depresión o causar ulceraciones muy profundas.
Los leprosos en los tiempos de Jesucristo eran personas marginadas totalmente del ámbito familiar y social. Digamos que los enfermos se sentían miserables, olvidados, rechazados, eran objeto de violencia por el rechazo de las personas. En levíticos se nos narra la condición de este tipo de personas: la persona que contraiga una infección se vestirá de harapos y no se peinará; con el rostro encubierto irá gritando: “impuro, impuro” y será impuro todo el tiempo que le dure la enfermedad. Es impuro, así que deberá vivir aislado y fuera del campamento” Lev. 13:46-46).
En este ámbito Jesús va bajando de una ladera de la montaña, lo siguieron grandes multitudes. Allí había un hombre que tenia lepra no dice la Escritura si estaba en las laderas de la montaña o se coló entre la multitud. Vino delante del Señor, pudiendo haber muerto por la turba, o apedreado por la multitud, como decimos nosotros, “se jugó la vida”. Directamente se acerca al Señor y le dice: - Señor, si quieres, puedes limpiarme. (Mateo 8:1-4)
NO se ocuparon muchas palabras, sino el deseo en el corazón de un hombre que quería ser sano, quizás ya nadie iba a hacer algo por él. Este hombre quería tener la oportunidad que otros cuando vinieron al Maestro a pedirle un milagro. El quería su propio milagro. Yo quiero mi propio milagro. Usted quiere su propio milagro. Mire usted la calamitosa situación de este hombre, era un leproso, indigno, rechazado, sin embargo contra todo se acerco al Señor y este no lo rechazó.
Dice la Escritura que Jesús, también en pocas palabras, extendió su mano y tocó al hombre. Le afirma que sí puede sanarlo. –Si quiero – le dijo- ¡Queda limpio! Y al instante quedó sano de la lepra.
¿Habrá alguna necesidad en su vida que requiera un milagro? Si la hay, no desmaye, levántese y siga adelante. Tenemos un Dios grande y misericordioso, quizás no pueda respondernos como se lo pedimos, pero al menos una respuesta nos dará. Acérquese al Señor confiadamente y pídale que sin duda el estará por usted y le responderá.
Dios le bendiga.