Toda palabra de Dios es limpia; El es escudo a los que en el esperan. (Proverbios 30:5)
¿Eres de las personas que han creído fielmente a las palabras que Dios ha dicho por medio de las Escrituras y sus santos apóstoles? ¿Eres de los que dudan la veracidad de la Palabra de Dios? Yo he encontrado que la fidelidad de Dios es verdadera y creo en El.
Limpio es que aquello que no tiene mancha o suciedad, que está libre de impurezas, que no tiene contaminación, se aplica a la persona buena y honrada. Limpio es aquello que no tiene error. El Señor ha querido mostrarnos quien es el Padre, quien ha visto al Padre ha visto al Hijo, esto significa que Cristo representa al Padre y todo lo que vimos en El ha sido la imagen del Dios verdadero. (Juan 14:8-11).
Adán se hizo conforme a la imagen y semejanza de Dios, en carácter, ya que Dios no es una persona como nosotros, no tiene barba, ni canas, no es anciano, El es Espíritu. Cuando la Biblia habla del hombre a imagen y semejanza de Dios se refiere al hecho de que el hombre tiene un alma espiritual. Fue al hombre a quien se le dio el señorío sobre todas las cosas creadas por tanto fue dotado de inteligencia, por tanto el hombre es capaz de pensar, amar, soñar, andar, caminar, decidir, fue dotado con la capacidad de perdonar. Fue al hombre a quien se le prometió tener una comunicación y comunión con Dios, recibió la promesa de vivir una vida eterna, una vida más allá de la muerte. El hombre está llamado a amar primeramente a Dios luego a su prójimo. Por tanto el hombre es un ser importante a los ojos de Dios, todo fue creado para que lo disfrutáramos tanto en esta vida como la posterior.
Esta vida está en su Hijo Jesucristo, el heredero de todo, quien comparte con nosotros esta herencia. A causa del pecado del hombre (el primer Adán) la naturaleza nuestra está caída, se corrompió, se ensucio, ya no es limpia, por esa causa Dios envió a su Único Hijo para poder rescatarnos y volvernos a esa pureza prometida. La única forma de ser limpios es: confesando nuestro pecado, arrepintiéndonos del pecado, aceptando al Señor como Único y suficiente Salvador, pidiéndole al Señor que nos reciba como hijo suyo y ser parte del Reino Eterno. ¿Como lo puede hacer? A través de una oración, haciendo cada paso. Una vez aceptando al Señor, seguir en vida nueva, dejando el hombre viejo atrás, creyendo que lo que Dios ha prometido. Busque una iglesia donde congregarse y que sea de sana doctrina.
Comience leyendo el evangelio de San Juan, siga caminando por el camino estrecho y la luz de Cristo le alumbrará siempre. Toda palabra de Dios es limpia; El es escudo a los que en el esperan.