Un cuerpo renovado
Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. (2 Co. 4:16)
Algo que se degasta es aquello que por el uso del tiempo se deteriora o se desgasta su calidad por el pasar del tiempo. El deterioro por envejecimiento ocurre en objetos, animales y en seres humanos.
La Palabra de Dios dice que somos como “neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece (Sgt. 4:14)
Significa que la vida del ser humano es pasajera y nadie puede retenerla por su propia voluntad o por dinero.
La vida se marchita, o sea pierde frescura, hay perdida de habilidades, lo que antes hacia con rapidez ahora lo hace más despacio.
El niño no piensa en eso, el vive el día a día y no tiene ningún tipo de preocupaciones. Son los adultos quienes están preocupados por la pérdida de juventud. Temen morir. Pero porque temer morir si es un paso que tarde o temprano pasaremos.
Lo que debe preocupar es pensar ¿adónde voy cuando muera? ¿Será cierto que hay vida después de la muerte? ¿Cómo comprobarlo, que tal si, que tal que no?
Cuantas personas sienten que necesitan vivir más porque no han hecho lo que se han propuesto. Cuantas otras habrán que quieren hacer más de lo que han hecho? O, cuantos quieren vivir más para seguir disfrutando de esta vida.
Quién sabe, lo cierto de todo es que el proceso del envejecimiento es imparable, muchas personas pueden practicarse cirugías estéticas pero la mejora solo es en la piel, la parte interior siempre se va a desgastar. Al final para los que creemos en Cristo Jesús sabemos que cada día nos renovamos, sin preocuparnos que pasara con este cuerpo y estar seguros de saber adónde va.
Padre muchas gracias, el confesar tu nombre es lo más importante, el vivir el día a día sin preguntar más de lo que se. Que este cuerpo te glorifique y tu nombre sea exaltado.
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