En ti confiarán los que conocen tu nombre, Por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron. (Salmos 9:10).
Conozco una familia que está atravesando por un momento difícil por causa de la enfermedad de uno de la pareja. Se trata de un varón joven a quien le han diagnosticado un cáncer. Cuando recibimos la noticia nos sentimos tristes pues uno al darse cuenta de este tipo de enfermedades se preocupa y siente pesar a la vez por el grado de amistad que nos une. Es el momento de no quedarse callado, sino de proclamar el poder soberano del Dios Altísimo.
Nuestro amigo está muy animado, su esposa lo está atendiendo como su enfermera personal y rodeado de sus hijos que son un amor. Esto ayuda notablemente porque en crisis primaria hay tristeza, desconsuelo, enojo, etc. Pero posterior a esto hay que tomar el camino de la oportunidad, animarse, volver los ojos a Dios, si hay alguna distancia acercarse más, sin duda Dios responderá, la ciencia médica hará lo suyo y nosotros como cristianos orar por los enfermos, por todas las necesidades que se ven en los centros hospitalarios y la necesidad urgente de recibir un milagro.
La palabra de Dios está llena de promesas, bendiciones. Piense como estar en una finca con muchos árboles frutales, puede tomar con libertad la fruta que quiera y probar el sabor, sin que otra persona le diga como sabe el sabor, sino experimentarlo usted mismo. Así es la Palabra es tomar, agarrar, comer, saborear y decir cuan exquisito es su Palabra y desear más.
Sigamos confiando, sigamos creyendo, sigamos adelante, la vida es tan corta para vivirla pero más allá experimentaremos esas promesas de Dios que continúan hacia la posteridad. En tanto vivamos en este cuerpo demos gracias a Dios, sin ver las circunstancias, Dios puede hacer milagros, claro que sí.
Dios le continúe bendiciendo.
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