Señal. Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te hare oír mis palabras. (Jeremías 18:2)
El que es obediente atiende al llamado, se deja guiar, aconsejar, instruir. El que quiere un beneficio sabe que hay un precio que pagar. El que quiere hacer un cambio en su vida, lo puede lograr, nada está perdido, nada está tan lejos de poderlo alcanzar.
Muchas veces queremos el favor de Dios pero no queremos atender su llamado, sus consejos, escuchar las personas que Dios ha puesto cerca suyo, y muchas veces se abren los oídos para oír el consejo equivocado, creer en aquel que como el mago le hará ver que le está ayudando pero al final le cobra el favor que le ha hecho y no es con beneplácito son deudas con intereses sobre intereses.
Si se encuentra en una situación a su mente y ojos difícil de resolver, haga lo siguiente: Levántese. Nadie excepto los enfermos están en cama, aun ellos cobra fuerzas para seguir. Levántese de su tristeza, levántese de su pobreza, levántese de sentir lástima por usted mismo, crea realmente que hay un Dios que todo lo puede, que es vencedor y por haber pasado con una cruz sobre sus espaldas y sufrir el escarnio de la humanidad, El si puede decirle lo que se siente sufrir, llorar, el dice: Estas cosas os he hablado para que en mi tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción pero confiad, yo he vencido al mundo (Lucas 16:33).
Segundo, vaya en busca del Dios Eterno, a través de su Hijo Jesucristo. El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para El. (Col.1:15-16). Por tanto, si pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Ponga su mirada en las cosas de arriba, en las de la tierra, porque ha muerto con Cristo y su vida está escondida con Cristo en Dios.
Una vez que usted se levante y vaya a la casa del Alfarero, a la casa de Dios, a su encuentro con Jesucristo, El le hará oír sus palabras, es la señal. Confíe este día en que el Señor atenderá sus ruegos, responderá conforme a los dichos de su boca y crea con fidelidad que es mejor permanecer un día en su casa que mil años fuera de ella. Dios le siga bendiciendo.
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