Diario Devocional

Seréis, pues, Santos, porque yo soy SANTO (Levíticos 45:5-b)

La santidad pertenece a Jehová y es necesario que todos los que nos acercamos a El vivamos una vida en santidad. La gente le resta importancia a llevar una vida de acuerdo a la voluntad de Dios. Muchos piensan que como Dios es un Dios perdonador, pues perdonará cada falta y es cierto, pero caer en el vicio de “me caigo y me levanto” no agrada a Dios ni llevar una vida de libertinaje.
Queremos ser evangelistas, anhelamos dones y ministerios en la Iglesia, declaramos un “Señor yo te amo” pero en realidad ¿Estaremos haciendo la voluntad de Dios? Miqueas 6:8 nos dice: ¡ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el SEÑOR: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios (versión NVI).
¿Qué espera el Señor de la Iglesia? Al decir Iglesia no se está refiriendo a edificios, sino a cada uno de los miembros que la conformamos. El SEÑOR espera que seamos justos, sinceros, dispuestos, entregados, hablar la verdad, no andar en la mentira, ni en artimañas, los vicios, pecados y todo aquello que nos puede separar de la comunión con Cristo.
Segundo amar misericordia, Dios quiere que amemos en espíritu y en verdad. Amar con el amor ágape. Significar hacer por otro lo que humanamente no podemos, es decir, no negar aun un vaso de agua a quien nos ha hecho daño, darle de comer al necesitado, no ver con desprecio a las personas porque son pobres porque no poseen los bienes de este mundo. Muchos se juntan con los que les conviene estar, esto no debe ser así. La misericordia se siente cuando el corazón nos indica hagamos algo por otros, sin esperar nada a cambio. Por último humillarte ante Dios. El está pidiendo que reconozcamos que El es Dios y que no hay otro como Él. Humillarse es reconocer que somos pecadores, que reconocemos que solo Jesucristo pudo salvar la humanidad. El Señor resiente que vayamos en pos de otros dioses, pues El es único y verdadero. Cuando uno se humilla delante de Dios se siente como una hormiga, algo tan pequeñito ante tanta majestad.
Es por ello que la santidad es conveniente a los que hemos creído. Si a usted le preguntan si es santo, dirá por lógica: No. Santo solo Dios. Pero El le está diciendo a Usted, anda en santidad porque yo soy santo. No puede acercarse confiadamente si no ha sido limpiado y declarado una vida en santidad. Declare santidad en su vida.

Padre bueno, te ruego por todos los que han de creer hoy a esta declaración, rompe toda ligadura de impiedad y salves a los que andan perdidos para que vean tu luz y tu verdad.